jueves, 31 de enero de 2019

UN ANCIANO RECIBE HOY A JESÚS HECHO NIÑO.




"Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres para cumplir con Él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel" Lucas 2, 22-35.



Un anciano recibe hoy a Jesús hecho niño. Los brazos del anciano Simeón son como el cáliz que recoge la salvación esperada durante siglos por el pueblo de Israel y por toda la humanidad.

     + Los brazos de Simeón sienten que El Salvador ha llegado.

     + Sus ojos, de anciano cansado, ven la luz de la salvación.

     + Y sus labios, que tantas plegarias han formulado, proclaman la luz de la salvación para todos los pueblos.



     * Que tus brazos trabajen para que el mundo sienta que la salvación ha llegado y está presente.

     * Que la alegría de tus ojos, de tus palabras y de tus gestos muestren la luz de la salvación.

     * Que también tus labios anuncien a Jesucristo, El Salvador y la Luz del mundo.





Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales

miércoles, 23 de enero de 2019

CENTENARIO DE LA CONSAGRACIÓN DE ESPAÑA AL SAGRADO CORAZÓN







Año Jubilar desde el 2 de diciembre de 2018 al 24 de noviembre de 2019

Comenzamos el año en el que se cumple el centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, realizada por el rey Alfonso XIII en el Cerro de los Ángeles ¡Un año para celebrar!




Un poco de historia Cien años de la consagración

El 30 de mayo de 1919, en el Cerro de los Ángeles (Getafe), centro geográfico de España, se congregaron las autoridades religiosas, civiles y militares, con gran multitud de fieles, junto al recién construido monumento al Sagrado Corazón de Jesús.



El nuncio de Su Santidad, Francesco Ragonesi, lo bendijo. Luego, el arzobispo de Madrid, Prudencio Melo, presidió la santa misa. Antes de la bendición final se leyó un telegrama del papa Benedicto XV. 


El nuncio impartió la bendición papal y, a continuación, se expuso solemnemente el Santísimo Sacramento. Estando entonces arrodillados todos los presentes, el rey Alfonso XIII, de pie, en nombre del pueblo español, hizo lectura solemne de la oración mediante la cual se expresaba públicamente la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús: “España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península… Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias”.



En la columna que sostiene la imagen de Jesucristo se leen las siguientes palabras: Reino en España. Se daba así cumplimiento a la promesa hecha por el Sagrado Corazón de Jesús al beato Bernardo de Hoyos –“Reinaré en España”–, a la vez que se materializaba en nuestra nación la petición del papa León XIII al consagrar el género humano al Corazón de Cristo (11 de junio de 1889), expuesta en la encíclica Annum sacrum.



Nos preparamos ahora a la celebración del primer centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús.


 La validez de cuanto tuvo lugar aquel 30 de mayo de 1919 ha quedado confirmada por los innumerables frutos de santidad, no exentos de persecución, que se han producido en este tiempo.







Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales









Fuente: corazondecristo.org

sábado, 19 de enero de 2019

ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS DE UN SANTO DEL SIGLO I




"Que todos los Pueblos de la tierra sepan que Tú eres Dios y no hay otro, y que Jesucristo es tu siervo."




Nos habla san Clemente Romano, del siglo I. Los primeros cristianos están dispuestos a dar su vida por la unidad de la Iglesia. Se esfuerzan por mantener unido el rebaño de Cristo, que empieza  a verse atacado y zarandeado por herejías, infidelidad, etc.




Textos de los primeros siglos sobre la unidad de la Iglesia

1. De san Clemente, que ocupó la sede romana en los últimos años del siglo primero, se conserva una carta a la Iglesia de Corinto, en la que exhorta a aquella comunidad, amenazada de graves disensiones internas, a mantenerse en la unidad…
Pediremos con insistente súplica, haciendo nuestra oración, que el artífice de todas las cosas guarde integro en todo el mundo el número contado de sus elegidos, por medio de su amado Hijo Jesucristo (San Clemente Romano, Epístola a los Corintios, 59, 2 – 61, 3).




2. Un ejemplo maravilloso de oración por la unidad, en primer lugar en la petición por los más necesitados…

Te pedimos, Señor, que seas nuestra ayuda y defensa. Libra a aquellos de entre nosotros que se hallan en tribulación, compadécete de los humildes, levanta a los caídos, socorre a los necesitados, cura a los enfermos, haz volver a los miembros de tu pueblo que se han desviado; da alimento a los que padecen hambre, libertad a nuestros cautivos, fortaleza a los débiles, consuelo a los pusilánimes; que todos los Pueblos de la tierra sepan que Tú eres Dios y no hay otro, y que Jesucristo es tu siervo, y que nosotros somos tu pueblo, el rebaño que Tú guías (San Clemente Romano, Epístola a los Corintios,59, 2–61, 3).




3. Militemos, pues, hermanos, con todo fervor, bajo sus órdenes intachables. Consideremos a los que se alistan bajo las banderas de nuestros emperadores. ¡Con qué disciplina, con qué prontitud, con qué sumisión ejecutan cuanto se les ordena! No todos son prefectos, ni todos tribunos, ni centuriones, ni quincuagenarios y así de los demás grados, sino que “cada uno en su propio orden” (1 Cor 15, 23) 
Ejecuta lo mandado por el emperador y por los jefes superiores. Los grandes no pueden subsistir sin los pequeños ni los pequeños sin los grandes. En todo hay cierta templanza y en ello radica la utilidad (San Clemente Romano, Epístola a los Corintios, 37-38).






4. Tomemos el ejemplo de nuestro cuerpo: la cabeza nada puede sin los pies, ni los pies sin la cabeza; los miembros más insignificantes de nuestro cuerpo son necesarios y útiles al cuerpo entero y colaboran mutuamente en bien de la conservación del cuerpo entero. Que se conserve también entero este cuerpo que formamos en Cristo Jesús (San Clemente Romano, Epístola a los Corintios, 37-38).






Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuentes:  Del libro: ORAR CON LOS PRIMEROS CRISTIANOS Gabriel Larrauri (Ed. Planeta)

Artículo originalmente publicado por Primeros Cristianos

 https://es.aleteia.org

martes, 15 de enero de 2019

SAN ANTONIO ABAD





El santoral de la Iglesia Católica tiene reservada la fecha del 17 de enero para el santo patrón de los animales, san Antonio Abad. Con este motivo, en numerosas parroquias se celebran actos de bendición de mascotas, en las que los feligreses acuden por un día acompañados de sus animales de compañía. 




Monje fundador del movimiento eremético

San Antonio o Antón Abad fue un monje cristiano fundador del movimiento eremítico. El relato de su vida, transmitido principalmente por la obra de san Atanasio, presenta la figura de un hombre que crece en santidad y lo convierte en modelo de piedad cristiana.


 Este relato tiene elementos históricos y otros de carácter legendario; se sabe que vivió 105 años, que abandonó sus bienes para llevar una existencia de ermitaño y que atendía a varias comunidades monacales en Egipto, permaneciendo eremita.



Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales

Fuente: www.archisevilla.org

viernes, 11 de enero de 2019

ORACIÓN PARA QUITAR LOS ADORNOS DE NAVIDAD






Que vivamos la gracia de la Navidad todos los días, solo que sin todas las decoraciones

Los católicos tienen diferentes estrategias para guardar las decoraciones navideñas, pero siempre es un día agridulce.

Algunos eligen el octavo día de Navidad, el 1 de enero. Otros eligen el 12 ° día de Navidad, la víspera de la Epifanía, o el 6 de enero, la fiesta de la Epifanía.

Otros esperan todo el camino hasta la última fiesta de la infancia de Cristo: la presentación, el 2 de febrero.

A medida que nuestra casa vuelve a la normalidad, nosotros el último día de la temporada litúrgica de Navidad, la fiesta del Bautismo de Cristo (13 de enero de este año), rezamos esta oración como recordatorio durante todo el año.

Oración para guardar las decoraciones navideñas:

Señor Jesús, hoy hemos guardado todas nuestras adornos navideños. Estamos entrando en el Tiempo Ordinario, y nuestra casa se ve “ordinaria” de nuevo, también.



Pero Señor, tú sabes y nosotros sabemos que nuestra casa tiene un secreto. En el fondo, todas nuestras decoraciones navideñas todavía están aquí. La bendición de la Navidad está siempre con nosotros, mantenida en los lugares profundos y tranquilos de la casa.

Y Señor, nuestras vidas también se volverán ordinarias, pero Tú sabes que cada uno de nosotros tiene la gracia del bautismo. La gracia que nos dio está siempre con nosotros, en los lugares profundos y tranquilos de nuestra alma.

Que vivamos la gracia de la Navidad todos los días, solo sin todos los adornos: que siempre demos generosamente, recibamos regalos con agradecimiento, recibamos a otros y estudiemos tu vida.

Haz de nuestra casa un hogar con la Navidad en su centro, y de nuestras almas un hogar donde Jesús siempre mora.

Amén.

Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuente: es.aleteia.org

sábado, 5 de enero de 2019

ANUNCIO DE LAS FIESTAS MOVIBLES 2019




En los antiguos libros litúrgicos romanos se prescribía que en la misa del día de la Epifanía, después de cantado el evangelio, el archidiácono, vestido de pluvial, anunciara al pueblo desde el ambón la fecha de la Pascua y de las otras fiestas movibles del año.

Esta costumbre se relaciona con la práctica de los primeros siglos cristianes, cuando desde Alejandría (donde eran especialmente cultivados los estudios astronómicos), se mandaban a todas las iglesias de la cristiandad las llamadas Lettere festali, en las cuales se indicaba la fecha precisa de la Pascua.

Por esa antigua costumbre, el Misal establece como opcional que el día de la Epifanía, tras la proclamación del Evangelio, y antes de la homilía, se haga el anuncio solemne de las fiestas movibles del año. Este anuncio se hace con un texto especial que prevé el Misal, y puede ser cantado o leído. 


El texto del anuncio de las fiestas móviles de 2019 es el siguiente:


"Queridísimos hermanos:

La gloria del Señor se ha manifestado y se continuará manifestando entre nosotros, hasta el día de su retorno glorioso. En la sucesión de las diversas fiestas y solemnidades del tiempo, recordamos y vivimos los misterios de la salvación.

Centro de todo el año litúrgico es el Triduo Pascual del Señor crucificado, sepultado y resucitado, que este año culminará en la Noche Santa de Pascua que, con gozo, celebraremos el día 21 de abril.

Cada domingo, Pascua semanal, la santa Iglesia hará presente este mismo acontecimiento, en el cual Cristo ha vencido al pecado y la muerte.

De la Pascua fluyen, como de su manantial, todos los demás días santos: el Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma, que celebraremos el día 6 de marzo;

la Ascensión del Señor, que este año será el 30 de mayo (o 2 de junio);

el Domingo de Pentecostés, que este año coincidirá con el día 9 de junio;

el primer Domingo de Adviento, que celebraremos el día 1 de diciembre;

también en las fiestas de la Virgen María, Madre de Dios, de los apóstoles, de los santos y en la conmemoración de todos los fieles difuntos, la Iglesia, peregrina en la tierra, proclama la Pascua de su Señor.

A él, el Cristo glorioso, el que era, el que es y el que viene, al que es Señor del tiempo y de la historia, el honor y la gloria por los siglos de los siglos."



*La fecha que aparece en la Ascención es aquélla en que se celebra conforme al Calendario General, y entre paréntesis, la fecha a la que puede trasladarse por decisión de cada conferencia episcopal.



Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuente: liturgiapapal.org

COSTUMBRE TRADICIONAL: MARCAR LA PUERTA PARA LA EPIFANÍA








Hermosa costumbre tradicional para la fiesta de la Epifanía, es decir, para el Día de los Reyes Magos. Se trata de una costumbre antiquísima, recogida en el antiguo Ritual Romano anterior al Concilio Vaticano II. Además, como buena costumbre católica, es divertida para niños y adultos, está ligada a la liturgia de la Iglesia y tiene un cierto aspecto de evangelización. ¡Es una ocasión estupenda para hacer graffitis con la bendición de la Iglesia!



La costumbre consiste en que, el seis de enero, los niños, ayudados por sus padres, escriben con tiza en las puertas de sus casas y de las de sus familiares la siguiente inscripción: Las dos primeras cifras del año, luego “+C+M+B+” y, finalmente, las dos últimas cifras del año. Es decir, este año la inscripción sería: 20 + C + M + B + 19. Los signos “+” representan la cruz. En conjunto, esta inscripción se realiza como un pedido de Cristo para bendecir a aquellos hogares tan marcados y que se quede con aquellos que habitan en él durante todo el año. Por supuesto, todo ello cantando villancicos y con buenas dosis de sano jolgorio. La inscripción se deja hasta Pentecostés o hasta que la borre la lluvia.






¿Qué significan las letras de la inscripción? Son las iniciales, en latín, de “Christus Mansionem Benedicat”. Es decir, Dios bendiga esta casa. Una oración que nos vendrá muy bien durante todo el año y proclamará que nuestra casa es un hogar cristiano. Además, como la inscripción se realiza el día de la Epifanía, las letras también recuerdan, en latín, el nombre de los Reyes Magos (algo especialmente importante para los niños): “Caspar, Melchior et Baltassar”. En español, Gaspar, Melchor y Baltasar.



Además del hecho de realizar la inscripción, la costumbre de la Iglesia es realizar la bendición de las tizas antes de usarlas. Es algo que no suelen entender los agnósticos, pero, entre los católicos, se puede bendecir prácticamente todo. A fin de cuentas, eso fue lo que hizo Dios al crear las cosas: “Vio Dios que todo era bueno”.




A continuación, la traducción de la oración que se recoge para ello en el Ritual Romano Tradicional. El padre puede echar agua bendita sobre las tizas:



Bendición de la Tiza en la Fiesta de la Epifanía

V. Nuestro Auxilio

es el Nombre del Señor.

R. Que hizo el cielo y la tierra.

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

Bendice, Señor, esta criatura, la tiza, para que contribuya a la salvación del género humano, y concédenos que, por la invocación de tu santísimo nombre, todos los que la utilicen o escriban con ella en las puertas de su casa los nombres de tus santos Gaspar, Melchor y Baltasar, por su intercesión y sus méritos, reciban la salud del cuerpo y la protección del alma. Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Antes de la bendición, se puede cantar un villancico y leer una lectura apropiada, como por ejemplo, Mt, 2, 1b-4. 7-8a. 9-11:

En aquel tiempo unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

– ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos y los mandó a Belén. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir se puso a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María su Madre y cayendo de rodillas lo adoraron.

Palabra del Señor.





Benedictio Cretae In Festo Epiphaniæ

V. Adiutórium nostrum en nómine Dómini.

R. Qui fecit cælum et terram.

V. Dominus vobíscum.

R. Et cum spíritu tuo.

Orémus.

Béne

dic, Dómine Deus, creatúram istam cretæ: ut sit salutáris humáno géneri; et præsta per invocatiónem nóminis tui sanctíssimi, ut quicúmque ex ea súmpserint, vel ea in domus suæ portis scrípserint nómina sanctórum tuórum Gásparis, Melchióris et Baltássar, per eórum intercessiónem et merita, córporis sanitátem, et ánimæ tutélam percípiant. Per Dóminum nóstrum Iesum Christum Fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus per ómnia sǽcula sæculórum.R. Amen.

ET ASPERGATUR AQUA BENEDICTA.



Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuente:LiturgiayTradicionCatolica.wordpress.com

viernes, 4 de enero de 2019

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, ORIGEN Y SIGNIFICADO




La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas. Comenzó a celebrarse en Oriente en el siglo III y en Occidente se la adoptó en el curso del IV. Epifanía, voz griega que a veces se ha usado como nombre de persona, significa “manifestación”, pues el Señor se reveló a los paganos en la persona de los magos.


Tres Misterios en una sólo Fiesta

Tres misterios se han solido celebrar en esta sola fiesta, por ser tradición antiquísima que sucedieron en una misma fecha aunque no en un mismo año; estos acontecimientos salvíficos son la adoración de los magos, el bautismo de Cristo por Juan y el primer milagro que Jesucristo, por intercesión de su madre, realizó en las bodas de Caná y que, como lo señala el evangelista Juan, fue motivo de que los discípulos creyeran en su Maestro como Dios.

Para los occidentales, que, como queda dicho más arriba, aceptaron la fiesta alrededor del año 400, la Epifanía es popularmente el día de los reyes magos. En la antífona de entrada de la misa correspondiente a esta solemnidad se canta: “Ya viene el Señor del universo. En sus manos está la realeza, el poder y el imperio”.


 El verdadero rey que debemos contemplar en esta festividad es el pequeño Jesús. Las oraciones litúrgicas se refieren a la estrella que condujo a los magos junto al Niño Divino, al que buscaban para adorarlo.

Precisamente en esta adoración han visto los santos padres la aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos paganos. Los magos supieron utilizar sus conocimientos-en su caso, la astronomía de su tiempo- para descubrir al Salvador, prometido por medio de Israel, a todos los hombres.


Los Reyes Magos

El sagrado misterio de la Epifanía está referido en el evangelio de san Mateo. Al llegar los magos a Jerusalén, éstos preguntaron en la corte el paradero del “Rey de los judíos”. Los maestros de la ley supieron informarles que el Mesías del Señor debía nacer en Belén, la pequeña ciudad natal de David; sin embargo fueron incapaces de ir a adorarlo junto con los extranjeros. Los magos, llegados al lugar donde estaban el niño con María su madre, ofrecieron oro, incienso y mirra, sustancias preciosas en las que la tradición ha querido ver el reconocimiento implícito de la realeza mesiánica de Cristo (oro), de su divinidad (incienso) y de su humanidad (mirra).



A Melchor, Gaspar y Baltasar -nombres que les ha atribuido la leyenda, considerándolos tres por ser triple el don presentado, según el texto evangélico -puede llamárselos adecuadamente peregrinos de la estrella. Los orientales llamaban magos a sus doctores; en lengua persa, mago significa “sacerdote”. La tradición, más tarde, ha dado a estos personajes el título de reyes, como buscando destacar más aún la solemnidad del episodio que, en sí mismo, es humilde y sencillo. Esta atribución de realeza a los visitantes ha sido apoyada ocasionalmente en numerosos pasajes de la Escritura que describen el homenaje que el Mesías de Israel recibe por parte de los reyes extranjeros.


La Epifanía es la Navidad para todos

La Epifanía, como lo expresa la liturgia, anticipa nuestra participación en la gloria de la inmortalidad de Cristo manifestada en una naturaleza mortal como la nuestra. Es, pues, una fiesta de esperanza que prolonga la luz de Navidad.

Esta solemnidad debería ser muy especialmente observada por los pueblos que, como el nuestro, no pertenecen a Israel según la sangre. En los tiempos antiguos, sólo los profetas, inspirados por Dios mismo, llegaron a vislumbrar el estupendo designio del Señor: salvar a la humanidad entera, y no exclusivamente al pueblo elegido.



Con conciencia siempre creciente de la misericordia del Señor, construyamos desde hoy nuestra espiritualidad personal y comunitaria en la tolerancia y la comprensión de los que son distintos en su conducta religiosa, o proceden de pueblos y culturas diferentes a los nuestros.

Sólo Dios salva: las actitudes y los valores humanos, la raza, la lengua, las costumbres, participan de este don redentor si se adecuan a la voluntad redentora de Dios, “nunca” por méritos propios. Las diversas culturas están llamadas a encarnar el evangelio de Cristo, según su genio propio, no a sustituirlo, pues es único, original y eterno.

Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuente:

www.gentedepaz.es

jueves, 3 de enero de 2019

FESTIVIDAD DEL DULCE NOMBRE DE JESÚS.






«Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo” Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua para que sea manifestado a Israel.»

"Ut in nomine Iesu omne genu flectat caelestium et terrestrium et infernorum" Flp 2, 10.





El nuevo Misal Romano fija la conmemoración del Santísimo Nombre de Jesús el 3 de enero, fiesta que va unida a la fiesta de la Circuncisión que resulta ser un desglose devocional de ésta.

La festividad del Dulce Nombre no tuvo fiesta propia hasta la época de San Bernardino de Siena en la que este santo y sus discípulos propagarán el culto al Nombre de Jesús.

SS. el Papa Inocencio XII extendió esta festividad a toda la Iglesia atina en el año 1721, fijándola en el II domingo de Epifanía. San Pío X Sarto la aproximará al domingo entre los días 2 y 5 de enero y, en su defecto, el día 2. Ya en el año 1969 está fiesta será suprimida del calendario y reducida a misa votiva, siendo restaurada y fijada posteriormente el día 3 de enero.

El Santísimo Nombre de Jesús comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas del S. XIV, gracias a la figura de San Bernardino de Siena.



En 1530 SS. el Papa Clemente VII concederá por primera vez a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús. San Ignacio de Loyola y los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de la Compañía de Jesús.



La Orden de Predicadores ha contado con una especial devoción al Dulce Nombre de Jesús destacando en su propagación los beatos Jordán de Sajonia, Juan de Vicenza y Enrique Susón y Santa Catalina de Siena. Fruto de esta devoción de la Orden Dominica será el privilegio otorgado por SS. el Papa Gregorio X, en la persona del Beato Juan de Vercelli, de predicar esta devoción y erigir Cofradías en las iglesias propias de la Orden con la finalidad de propagar la devoción y culto del Nombre de Jesús contra la blasfemia y profanación de los días festivos.



Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales








miércoles, 2 de enero de 2019

¿LOS NOMBRES “JESÚS” Y “EMMANUEL” SON LO MISMO? UN TEÓLOGO RESPONDE




Hoy 3 de enero que celebramos el día del Santísimo Nombre de Jesús, algunos fieles pueden preguntarse por qué si el profeta Isaías anunció que al Hijo de Dios lo llamarían “Emmanuel”, el ángel dijo a María y José que pusieran al Niño por nombre “Jesús”. ¿Existe alguna contradicción?, ¿ambos nombres son lo mismo?

El P. Miguel A. Fuentes, del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), escribió un artículo en su blog “El teólogo responde” para responder a esta duda que fue expuesta por un fiel.

“Con dos versículos de diferencia, San Mateo indica dos de los nombres que recibirá el Niño nacido de la Virgen: Le pondrás por nombre Jesús… Se le pondrá por nombre Emmanuel (Mt 1,21.23)”, señaló el sacerdote.

Sin embargo, indicó que “como dice Manuel de Tuya, O.P., no hay oposición entre ambos nombres, ‘porque el nombre que se anuncia en Isaías (Emmanuel) es el nombre profético de Cristo, y el nombre de Jesús es su nombre propio y personal. El nombre profético sólo indica lo que significará para los hombres, en aquel momento, el nacimiento de este niño. Será ‘Dios con nosotros’ de un modo particular’”.

“Así –continúa el texto de Manuel de Tuya–, se lee en el mismo Isaías, cuando dice a Jerusalén: ‘Desde ahora te llamarás ciudad del Justo, ciudad Fiel’ (Is 1,26), no porque hubiese de llamarse así materialmente, sino porque tenía desde entonces una cierta conveniencia a causa de la purificación que en ella haría Yahvé. O, como dice a este propósito San Jerónimo, ‘significan lo mismo Jesús que Emmanuel, no al oído, sino al sentido’”.

El artículo del P. Fuentes continúa así:

1. Emmanuel: expresa la naturaleza, la personalidad del Hijo de María. El nombre se contiene en la profecía que Isaías proclama ante el desconfiado Acaz, cinco siglos antes del advenimiento del anunciado en ella: He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emmanuel, Dios con nosotros (Is 7,14).

‘Emmanuel’: Dios con nosotros. Jesús es Dios; el Dios adorable que hizo el cielo y la tierra, que gobierna los astros y a quien sirven los ángeles. Pero sin dejar de ser Dios ni perder su Gloria, se ‘hunde’ en nuestra historia y en nuestro mundo para convivir con los hombres que Él ha creado, con la hechura de sus manos: Se hizo ver en la tierra y conversó con los hombres (Ba 3,38). Emmanuel expresa quién es el que nace: es Dios que se hace carne. Por eso el ángel dijo a María: lo que nacerá de ti será santo, será llamado Hijo de Dios (Lc 1,35).

2. Jesús: Le pondrás por nombre Jesús porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Tales las palabras del ángel a José. Este nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salva, Dios salva; quiere decir, pues, Salud-dador. El que viene a dar la salud al alma, que es donde mora la enfermedad del pecado.



¿Quién puede perdonar los pecados sino Dios?, se preguntan los enemigos de Cristo, escandalizados no sólo porque ha curado a un paralítico en Cafarnaúm sino, especialmente, porque se ha anunciado la remisión de sus pecados (cf. Mc 2,7). Han entendido que de esta manera se iguala a Dios, y no se equivocan: sólo Dios puede perdonar los pecados de los hombres. Por eso los perdonaba Cristo, porque era Dios, y para eso se había encarnado. Esto es lo que nos revela con su nombre.

Muchos hebreos se llamaron Jesús por casualidad, decía Maldonado en el siglo de oro español, ‘Cristo, en cambio, por determinado consejo, no humano sino divino. Aquellos que lo llevaron antes que Él no fueron verdaderos salvadores, y Cristo lo es más todavía de lo que el hombre acierta a significar. Para ellos era nombre común y vulgar; para Cristo fue peculiar y, según el profeta había predicho, propio y singular, porque de la manera que de Cristo se dijo, a nadie le conviene más que a Él, ya que no hay en otro alguno salud’.”.






Cada 3 de enero la Iglesia celebra el Día del Santísimo Nombre de Jesús.

“Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia”, decía San Bernardino de Siena.

La palabra Jesús es la forma latina del griego “Iesous”, que a su vez es la transliteración del hebreo “Jeshua” o “Joshua” o también “Jehoshua”, que significa “Yahveh es salvación”.

El Santísimo Nombre de Jesús comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas del siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús. En 1530 el Papa Clemente VII concedió por primera vez a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.



San Bernardino solía llevar una tablilla que mostraba la Eucaristía con rayos saliendo de ella y, en el medio, se veía el monograma “IHS”, abreviación del Nombre de Jesús en griego (ιησουσ).

Más adelante la tradición devocional le añade un significado a las siglas: "I", Iesus (Jesús), "H", Hominum (de los hombres), "S", Salvator" (Salvador). Juntos quieren decir “Jesús, Salvador de los hombres”.

San Ignacio de Loyola y los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de la Compañía de Jesús.

El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

Brinda ayuda en las necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Mc. 16,17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hch. 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hch. 9,40).

Da consuelo en las pruebas espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador el "padre del hijo pródigo" y el buen samaritano; al justo le recuerda el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.



Nos protege de Satanás y sus artimañas, ya que el diablo le teme al Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.

En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidan al Padre se los dará en mi nombre." (Jn. 16,23). Por lo tanto, la Iglesia concluye todas sus oraciones con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc. Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Flp. 2,10).




Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuente:

www.aciprensa.com

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