También Jesús llora. ¿Recordáis el Huerto de los Olivos? Allí, el Corazón de Jesús fue expuesto al dolor, al miedo, a la tristeza.
Aquí Jesús te renueva aquella triste escena.
Pide adoradores, tiene sed de almas, y está solo, abandonado, olvidado. Solo en la noche.
Solo en las largas jornadas.
Siempre solo. ¿Irá quizá alguno a hacerle compañía?
Jesús vive en el sagrario y es abandonado por el hombre.
Quiere ser su comida y sufre el rechazo.
Derrama por él su sangre y la derrama inútilmente.
En vano el Señor llama adoradores a su altar.
En vano llama a las almas a la comunión; pero los hombres se obstinan en vivir lejos de Él.
Por eso, Él está triste.
Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente: webcatolicodejavier.org
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