Hay muchas formas de mirar a la Semana Santa y a todo lo que representa. En España son muchas esas perspectivas y están muy por encima de las consideraciones habituales, que oscilan entre las emociones de la fe y el resultado contable de una actividad económica de excepcional magnitud.
A estas alturas del año, hablar de la Semana Santa nos puede parecer extemporáneo y al margen de una actualidad que no da un minuto de respiro, pero por ejemplo en Córdoba -y como clausura de la celebración del 75 aniversario de su Agrupación de Cofradías- han querido conocer la dimensión real que alcanza y contextualizarla a través del valor que aporta, integral, creciente y reconocible en el conjunto de Andalucía y de España.
Y lo han hecho a través de un estudio realizado por Analistas Económicos de Andalucía y promovido la Diputación de Córdoba que, bajo el título Valor Social Generado por la Semana Santa de la Provincia de Córdoba, ha tratado de medir el impacto intangible que la redimensiona a través del retorno social de la inversión (SROI), ofreciendo un resultado elocuente.
Según la metodología, el valor social consolidado de la Semana Santa por ejemplo en Córdoba asciende a 330,5 millones de euros, una cifra que comprenden los efectos en la provincia a través de 20 municipios. Por cada euro invertido se generan 3,9, un retorno notable, y se crean 715 empleos directos, un efecto igualmente significativo.
Pero hay una distinción clara entre los resultados puramente económicos -directos e indirectos por las actividades empresariales- y los que se han denominado "beneficios sociales", que integran los intangibles a los que he hecho referencia: desde la imagen hasta la participación, pasando por el sentimiento religioso o el papel del patrimonio cultural, con el reconocimiento de que éste, en una ciudad como Córdoba, es precisamente uno de los elementos de su identidad.
Los beneficios sociales se reflejan en una encuesta a 20.000 personas, una muestra muy representativa desde el punto de vista estadístico, cuyos resultados son singulares porque el 29,8% de los entrevistados "se declara miembro o hermano de una Cofradía o Hermandad" y el 49,3 ha sido "partícipe o colaborador en algún acto o desfile procesional de Semana Santa en alguna ocasión".
Esto supone que una parte muy destacada de la población, de la ciudadanía, tiene a la Semana Santa como una celebración indispensable. De hecho, la mitad contribuiría económicamente para que se celebrase, aunque algo más de un tercio no. Resulta también esclarecedor que las administraciones locales califiquen de muy elevado su impacto económico general, turístico y cultural.
Porque el efecto en materia de creación de empleo va más allá de lo puramente económico. Se imbrica en lo social, en el trabajo colectivo los oficios artesanales que se encuentran en los municipios, muy arraigados al "pueblo". Desde la imaginería y orfebrería, que en Córdoba concretamente y en España tienen una larga y muy asentada tradición histórica, hasta las floristerías, cererías, textil artesano (bordados) y las actividades comerciales que representan, todas ellas, además, complejas de analizar desde los parámetros empresariales habituales.
Y sin olvidar los efectos en la industria turística, cada vez mayores en hostelería, restauración y alojamientos que, por otra parte, colabora de forma limitada. Son pocos todavía los empresarios del sector que reconocen más allá de la retórica los beneficios económicos que les aportan la Semana Santa, pero tenemos la esperanza de que vayan aumentando.
Porque es una causa colectiva y cuando vamos necesitando propósitos que tengan sentido y contribuyan a mejorar la cohesión de la sociedad bajo el principio del respeto mutuo, la aportación de la Semana Santa, y su mejora, es pura creación de valor. De valor social consolidado.
Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente:
diariodesevilla.es
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