28 de marzo de 2020
Querido hermano:
Educar significa servir desinteresadamente a la singularidad y originalidad del prójimo; es servir abnegadamente a la gran idea que Dios ha puesto en cada persona; es, en definitiva, servir a Dios mismo.
Estos momentos son buenos para enseñar a nuestros hijos (y enseñarnos) cómo hablar desde la humildad, saber reconocer cuando no sabemos, no temer mantenernos callados en una conversación cuando no tenemos conocimiento del tema que se trata.
Tomar la decisión de no hablar porque no queremos aportar más ignorancia e incertidumbre a la que ya hay.
Educar a nuestros hijos (y educarnos) en la humildad, en las ganas de aprender, en saber decir “no sé” puede ser una lección que una crisis tan excepcional como esta nos deje como herencia.
Pidamos por todos los que guardan cuarentena, bien por tener el virus, bien por haber convivido con personas infectadas, bien por conducta responsable y seguridad de todos.
Que el Señor les dé paciencia, y que este tiempo les sirva de provecho para reflexionar sobre la propia vida y sobre la necesidad que tenemos de Dios.
Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
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