En Alemania hubo antaño la tradición de celebrar durante la Semana Santa una procesión que guardaba una similitud sorprendente con las que todavía hoy se celebran en España: había cofradías, penitentes y hasta esculturas procesionales que se pueden considerar como pasos. Sobre este aspecto importante de la religiosidad popular alemana durante muchos años – desde el s. XVI hasta el XIX-, hoy casi desconocido,
Después de la reformación y la aparición del protestantismo en el s. XVI, Alemania es un país dividido por la religión. En las regiones católicas – el sur y lo que hoy es Austria - , la fe medieval ha sido interrumpida gravemente. La recultivación de una nueva vida religiosa en estas regiones es la misión especial de las nuevas órdenes de los Jesuitas y los Capuchinos que obran con esta intención desde la segunda mitad del siglo. Para reforzar la fe católica, fomentan especialmente sus formas más atacadas por el protestantismo: la veneración de reliquias, de la eucaristía y de las imágenes. Y estas creencias van a ser expresadas públicamente en grandes procesiones que en sus componentes son una paralela sorprendente de las procesiones de la Semana Santa española.
Estamos en los años alrededor del 1600, en el inicio del período barroco. El hombre de la época tiene el gusto por el espectáculo y la crueldad, el esplendor y el morbo. Las procesiones de Corpus Christi, del Domingo de Ramos y especialmente la del Viernes Santo que nacen en este tiempo van a ser una magnífica manifestación de la fe católica postridentina. En todas las ciudades grandes como Würzburg, Munich o Innsbruck, la luz de cientos de antorchas y candelas ilumina las espaldas sangrientes de los flagelantes. El canto seráfico de monaguillos vestidos de ángeles está interrumpido por los latigazos sonoros de los azotes. Y entre las filas de los penitentes aparecen las escenas de la Pasión: unas personificadas por actores, otras en forma de esculturas llevadas a hombros, y otras aún en pendones pintados. Y aunque el impulso de iniciar las procesiones viene de las Órdenes religiosas – igual que en España, donde los Franciscanos y los Dominicos fomentan las cofradías y las procesiones de Semana Santa - , es el pueblo creyente que da vida a las procesiones barrocas. En el caso alemán, como no hay cofradías explícitamente penitenciales son los gremios de los oficios y las cofradías sacramentales agregadas a las iglesias las que las organizan.
Cómo en las procesiones de la Semana Santa de España, los cofrades alemanes iban vestidos en túnicas de colores diferentes – blanco, negro, rojo, morado - , según su cofradía. Las túnicas eran bastante sencillas, con un capucho (en algunos casos también con capirote alto) para cubrir la cara. Entre los penitentes había flagelantes, Kreuzschlepper, llevando grandes y pesadas cruces, y Ausgespannte, que iban durante toda la procesión con los brazos abiertos (un poco como los empalaos que todavía hoy participan en la Semana Santa extremeña). Hasta los niños de doce años participaban de Nazarenos, descalzos y con su cruz a cuestas.
Con el s. XVIII aparecen documentos que reproducen la forma de la procesión del Viernes Santo en la época barroca en Alemania. El Germanische Nationalmuseum de Nuremberg guarda una ilustración fascinante de la procesión de Augsburg del año 1746. En un pergamino de 35 m de longitud está pintada la procesión entera con todos los grupos de participantes. En la foto se puede ver el paso de la Flagelación de Cristo, llevado por seis braceros en túnicas negras; un detalle interesante son las horquillas que llevan. El Cristo está atado a una columna baja, del tipo habitual desde el s. XVII. Alrededor de él están un soldado romano y tres sayones flagelando; uno de ellos está preparando otro azote con una rodilla en la tierra, una persona típica que se puede observar en muchas estampas de esta escena y también en pasos españoles como en el Paso de la Flagelación de Zamora (José Sánchez de la Guerra, 1691) o de Toro (Antonio Tomé, 1698). El trono lleva también una pequeña arquitectura significando la cárcel en casa de Pilatos donde se sitúa la escena; al contrario de los pasos españoles, este grupo de esculturas solo se puede ver correctamente de frente. Un grupo de frailes con una cruz con los símbolos de la Pasión cierra esta sección de la procesión.
En otra reproducción interesante es un cuadro de un pintor anónimo que hoy se encuentra en el Museo de la pequeña villa de Lauingen (Baviera), y que muestra la procesión de este pueblo alrededor del 1725. En el cuadro aparecen una gran variedad de participantes, desde los diferentes tipos de penitentes hasta actores, esculturas llevadas a hombros o en carros, o figuras simbólicas como los dos ladrones representados por dos penitentes semidesnudos con capirotes blancos. En la parte del cuadro reproducido aquí, se puede ver una escultura de la Virgen llevada a hombros por cuatro monjas (!); unos Nazarenos con sus cruces; flagelantes en túnicas blancas; Pilatos a caballo, vestido como un soldado de la época; Judas con su bolsa vestido con una camisa amarilla, rodeado de cuatro demonios; y en la carroza bajo el palio rojo, la escena de Jesús ante el pueblo está representada por unos niños. Como se puede ver en estos dos ejemplos, en esta época un visitante español no habría encontrado demasiadas diferencias entre las procesiones de Semana Santa alemanas y las de su tierra.
El origen del gran número de escenas en estas procesiones alemanas – en Munich en el año 1741 son mas de cien – es la tradición de relacionar los acontecimientos de la Pasión de Cristo con los episodios correspondientes del Antiguo Testamento. Así, el Nazareno con su cruz a cuestas está acompañado por Isaac llevando el leño para su sacrificio, el Resucitado está precedido por el Profeta Jonás saliendo de la ballena, etcétera. Aunque las escenas pasionarias son normalmente realizadas con esculturas, estas escenas bíblicas suelen ser representadas por actores, como lo son también frecuentemente los judíos, soldados y otras personas secundarias. Especialmente los niños y los jóvenes participan con gusto en las procesiones, vestidos de Abel con su cordero vivo, Adán con su árbol, o Pilatos a caballo en la armadura de un emperador romano. Pero por desgracia estos actores caen con frecuencia en costumbres incompatibles con la memoria de la Pasión: hay figuras que provocan las risas de los espectadores con sus burlas y canciones, y muchas veces la procesión acaba en las cantinas.
Cómo en España, este tipo de mal conducción durante las procesiones produce una serie de prohibiciones y decretos que aumenta durante el s. XVIII en Alemania. Para los obispos y párrocos de la iluminación, el Viernes Santo es un día de penitencia y silencio. Por eso intentan recuperar la dignidad de las procesiones. Estas reformas que cambian el aspecto de las procesiones alemanas durante la segunda mitad del siglo contienen un curioso aspecto: Casi siempre las autoridades intentan reducir las procesiones a las esculturas de la Pasión de Cristo; los actores son eliminados o reemplazados por figuras. En los ojos del clero iluminado, la escultura es el medio más eficaz para despertar en el pueblo espectador la compasión y la piedad.
En su nueva forma, las procesiones alemanas no encuentran mucho entusiasmo entre el pueblo. Posiblemente una de las razones es que los pasos, o sean nuevos o sean reformados, no son de muy alta calidad. En Alemania nunca hubo una tradición artística de escultura procesional, y los escultores solamente producen esculturas para retablos u oratorios. La escultura procesional no es considerada un género digno, y normalmente es un carpintero local el que hace las figuras. Frecuentemente estas esculturas procesionales suelen ser de materiales efímeros como tela encolada, rehaciéndolos cada año. Por eso, hay muy pocas esculturas procesionales de la Pasión en Alemania que han sobrevivido hasta nuestros tiempos. Uno de los pocos ejemplos de una pieza procesional de un considerable valor artístico es la magnífica escultura de la Piedad (1764) del famoso escultor rococó Ignaz Gunther que hoy se encuentra en la parroquial de Weyarn (al sur de Munich), antiguamente el paso titular de una cofradía del Rosario. Esta escultura, ahuecada para ser llevada en procesión, es una joya del arte rococó en Alemania.
A finales del s. XVIII y principios del XIX, la procesión del Viernes Santo ha desaparecido casi por completo en Alemania. En algunas regiones ha sido prohibida por el gobierno, en otras ha perecido con la expulsión de los Jesuitas o con la prohibición de los gremios que la organizaban. Solo en algunos sitios la procesión ha sobrevivido en su antigua forma con esculturas procesionales hasta nuestros días. Uno de ellos es el pueblo de Heiligenstadt (Turingia), donde la procesión tiene sus raíces en el s. XVII. Organizada por la parroquia, los braceros vestidos de luto llevan los pasos entre la muchedumbre; en su mayoría las esculturas son, cómo el Cristo en la Sagrada Cena en la foto, figuras a vestir con cabezas de madera que son las originales desde los principios de la procesión. Las seis esculturas de la Pasión de Jesucristo de Heiligenstadt, desde la Sagrada Cena hasta la Piedad, hacen exclamar cada año a miles de espectadores: "¡Pero esto es como la Semana Santa española!"
Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente:
Artículo publicado por la doctora en Historia del Arte Anna Laura de la Iglesia y Nikolaus (becaria en el año de divulgación de este trabajo en el departamento de Historia del Arte de la Universidad de Friburg - Alemania) en la revista anual de la Real cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva y la Santa Vera Cruz. León, 2006. págs. 34 - 36.
Fotos:
1. El paso de la Flagelación de la procesión del Viernes Santo de Augsburg (Baviera), de 1746. Pergamino, Germansiches Nationalmuseum Nuremberg.
2. Particular de la procesión del Viernes Santo de Lauingen (Baviera), approx. de 1725. Óleo sobre tela, Heimatmuseum Lauingen.
3. La Piedad. Ignaz Gunther, 1764. Escultura procesional de la antigua cofradía del Rosario, situada en la iglesia de convento de Agustinos (hoy iglesia parroquial), Weyarn (Baviera).
4. Cristo bendiciendo el pan y las uvas, simbolizándo la Sagrada Cena. Escultura procesional (s. XVII) de la procesión del Viernes Santo, Heiligenstadt (Turingia).
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