Verónica fue la mujer que tuvo un gesto misericordioso con Cristo durante su camino al Monte Calvario al enjugar su rostro lleno de sangre y sudor con un velo que pasó a la historia como reliquia por llevar impreso las facciones del Mesías.
Este velo, es conocido mundialmente como “Santa Faz” y es una de las reliquias más importantes del cristianismo puesto que se considera como una verdadera imagen de Cristo.
El nombre Verónica apareció por primera vez en el documento apócrifo “Las Actas de Pilatos”, siendo la reliquia de más antigua y conocida. Otra reliquia importante similar a esta es la Sábana Santa de Turín.
Según la tradición, Verónica fue una mujer piadosa que vivió en Jerusalén y que tras la Pasión del Señor se dirigió a Roma llevando consigo el velo, llegó ante el emperador Tiberio y lo curó tras hacerle tocar el velo, que posteriormente fue expuesto para la veneración pública, al morir, dejó el velo al Papa Clemente I. Su acto ejemplar se recuerda hoy en la sexta estación del Vía Crucis.
Con motivo del primer año santo de la historia, en el 1300, el Velo de la Verónica se convirtió en una de las “Mirabilia urbis”, para los peregrinos que visitaron la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Las huellas del Velo de la Verónica se perdieron en los años sucesivos al Año Santo 1600, hasta que fue hallado en la Iglesia de la Santa Faz de Manopello. El Papa Benedicto XVI fue el primer pontífice en visitarlo en septiembre de 2006.
Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
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