2 de febrero de 2021
Celebramos hoy en la Iglesia la fiesta de la Presentación
del Niño Jesús. María y José, fieles a la tradición de su pueblo, entran en el
Templo con su Hijo a los 40 días de su nacimiento. Del mismo modo, también
nosotros, 40 días después de la Navidad, somos llevados y presentados por
nuestra Madre la Iglesia ante el Dios vivo y verdadero.
Tradicionalmente se celebra en este día la Jornada Mundial
de la Vida Consagrada, cuyo lema para este año, «La vida consagrada, parábola
de fraternidad para un mundo herido», nos hace presente la urgente necesidad
que tiene nuestro mundo de mostrar la fraternidad como un bálsamo en medio de
tantas divisiones y de tanto dolor producido por las rupturas y las discordias.
La fraternidad es medicina para la soledad, la tristeza y para cualquier sufrimiento.
Estamos inmersos en una pandemia que ha mostrado con toda su
crudeza la vulnerabilidad del ser humano. El dolor y la incertidumbre se han
adueñado de muchos corazones. Hoy, la vida consagrada quiere recordarnos que todos
somos hermanos y que todos estamos convocados a la ayuda mutua y al apoyo
recíproco sin desentendernos de nadie.
Que esta celebración, por la escucha de la Palabra de Dios y
el sacramento de la eucaristía, nos recuerde vivamente a todos la esencia de
nuestra vocación consagrada: ser ofrenda generosa al Señor para nuestro mundo
sufriente.
Enviado por:
Jesús Manuel
Cedeira Costales.
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