Es el mandato de Jesús. Mandato duro para los cristianos débiles y demasiado apegados a las propias comodidades.
Mandato suave y dulce para aquellas almas que sienten la belleza de la perfección, gustan las dulzuras íntimas de la vida cristiana.
"Quien quiera seguirme, debe renunciar a sí mismo"
Para seguirle, para ser verdaderos cristianos, debemos corregir nuestros defectos, mortificar nuestras pasiones y nuestros sentidos.
El primer médico de nosotros somos nosotros mismos.
Para conocerte bien debes hacer el examen de conciencia cada día, cuando estás libre de ocupaciones materiales.
¿Cómo regulas tus pasiones?
¿Reina en tu corazón la soberbia, la avaricia, la cólera, la indiferencia en hacer el bien, la envidia del bien ajeno?
Bajo la excusa de la prudencia, ¿ no escondes, quizá el respeto humano? ¿Cómo mortificas tus sentidos?
Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente: webcatolicodejavier.org
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