jueves, 2 de abril de 2020

Normas de obligado cumplimiento para la celebración de la Semana Santa en parroquias y comunidades cristianas



Introducción

La Pascua de Resurrección es la fiesta en torno a la cual gira todo el año litúrgico. Hacemos el memorial de la victoria de Jesús sobre su muerte y la nuestra, y tras la inmediata preparación, con los textos y gestos con que el tiempo de Cuaresma nos ha acompañado, entramos en el gozo pascual poniendo un aleluya en nuestros labios.

Esta liturgia madre se concentra en los días del Triduo pascual que nos prepara para llegar a la noche de pascua desde el Domingo de Ramos con la entrada en Jerusalén, pasando por la Misa Crismal, la Misa In Coena Dominidel Jueves Santo y el Oficio de la Pasión del Señor del Viernes Santo. Todo un itinerario que nos permite hacer un camino que nos conduce hasta la luz resucitada de la victoria de Cristo.

Toda la intensidad y la solemnidad que estas celebraciones implican, se han visto inevitablemente alteradas en sus tiempos y espacios, por esta pandemia del Covid-19 que ha supuesto una inesperada modificación de cuanto desde hacía meses veníamos preparando y esperando con ilusión creyente y cristiana.

Hemos cerrado las iglesias, ermitas y centros de culto por las indicaciones de obligado cumplimiento que nos han dado las autoridades civiles, tanto nacionales como regionales que hemos querido secundar con responsabilidad ciudadana, facilitando así que, cuanto antes, se pueda parar el crecimiento exponencial de los contagios y preservar tanto a los contagiados como a los que podrían correr el riesgo de contagiarse.

Los sacerdotes han sido invitados a celebrar diariamente la Santa Misa ofreciéndola por estos momentos de prueba que afecta a toda la comunidad cristiana, por las personas que han ido falleciendo, por quienes han contraído la infección del virus, por los que están en primera línea de ayuda como personal sanitario, y por los que sostienen la esperanza de tantas personas como los sacerdotes que acompañan a sus feligreses creando cauces alternativos para acercarles la Palabra de Dios y el consuelo de la fe, junto a las celebraciones por vías telemáticas y otros recursos espirituales para orar en las casas en familia.

La Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos y la Conferencia Episcopal Española, han emitido orientaciones concretas para poder vivir esta inédita Semana Santa. En base a ellas, damos estas indicaciones que hemos de observar para evitar el exceso de una actuación que sería inadecuada como si nada hubiera pasado, o el defecto de una inanidad que nos dejaría sin celebrar debidamente el corazón de la liturgia cristiana.

Las normas que se os presentan para la celebración de la Semana Santa sin asistencia de pueblo, afectan a las parroquias directamente. Las comunidades religiosas o nuestros dos seminarios, se atendrán a estas normas, y asimismo harán las celebraciones sin la asistencia de pueblo. Se aplica también a las celebraciones en la Santa Cueva del Santuario de Covadonga, con la asistencia únicamente de las dos comunidades religiosas y los canónigos, teniendo en cuenta las distancias consabidas. Dígase igualmente respecto de cualquiera otra comunidad cristiana laical, asociación de fieles o movimiento apostólico, que tendrán de observar las mismas indicaciones sin que se puedan reunir para una liturgia privada del entorno de sus habituales celebraciones propias.

A todos nos apena este “ayuno” de cuanto en situaciones normales podemos vivir y hasta gozar con inequívoco fruto espiritual y gracia eficaz para nuestras vidas, pero es el momento de unirnos todos en “espíritu y verdad” (Jn 4, 23-24), para adorar al Dios vivo mientras nutrimos nuestra alma de su Palabra y vivimos la nostalgia de sus sacramentos como una verdadera hambre de su santa Eucaristía.
Quiera el Señor y nuestra madre la Santina de Covadonga, sostener nuestra esperanza y hacernos vivir este momento con una actitud verdaderamente cristiana. Quizás no está en nuestras manos cambiar las circunstancias, pero sí poder mirarlas y vivirlas de otra manera, la manera cristiana.

Orientaciones generales

En las celebraciones del Triduo Pascual, se deberá respetar su horario fijado en las rúbricas. Por tanto, la Misa de la Cena del Señor ha de celebrarse en la tarde del Jueves Santo. El Oficio de la Pasión, en torno a las tres de la tarde, pudiéndose avanzar o retrasar según las rúbricas. La Vigilia Pascual no debe comenzar antes de la caída del sol.

Las parroquias que, sin asistencia del pueblo, retransmiten las celebraciones del Triduo por cauces telemáticos, procuren orientar la celebración con moniciones breves y adecuadas, y no omitan la homilía. Si es posible, que tampoco falte el canto.

Orientaciones para el Domingo de Ramos

El Domingo de Ramos no forma parte del Triduo Pascual, pero es su pórtico de entrada y anticipa la lectura de la Pasión del Señor en espera del día de la Pascua.

En la Misa se omite la bendición de los Ramos y la celebración comienza con la entrada sencilla, es decir, se canta la antífona o el canto de entrada, se llega a la Sede y la Misa comienza con la señal de la cruz y el saludo del ministro.

La lectura de la Pasión la puede hacer un solo lector, en este caso, el sacerdote que preside la Misa.

Orientaciones sobre la Misa Crismal

 La Misa Crismal se celebrará el Martes Santo, como es habitual en nuestra Catedral Metropolitana a las 11h de la mañana. Participarán exclusivamente junto al Sr. Arzobispo, el Sr. Deán de la Catedral y el Canónigo responsable de la liturgia.

Se omitirá la renovación de las promesas sacerdotales, que serán realizadas dentro de alguna jornada sacerdotal más adelante, según permita la evolución de la pandemia, y que oportunamente se comunicará.

Se indicará más adelante la fecha en la que se podrá recoger por parte de las parroquias los óleos consagrados en la Misa Crismal de este año. Hasta ese momento, pueden seguir utilizándose los que el Sr. Arzobispo bendijo el año pasado.

Orientaciones para el Jueves Santo

Este año, de modo excepcional, todos los sacerdotes pueden celebrar privadamente la Misa de la Cena del Señor.

Las campanas, tal y como indica el Misal, se harán sonar en el momento del Gloria. Este rito adquiere este año un carácter más significativo como indicación a los fieles de la celebración que se está teniendo en la parroquia y permite que ellos puedan unirse espiritualmente.
Se omite el rito del lavatorio de los pies.

Después de la comunión, se reserva el Santísimo en el Sagrario. El rito se desenvuelve como en las celebraciones habituales, es decir, sin solemnidad alguna, ni procesión, ni incienso, ni velo humeral. Tampoco se prepara el lugar de la reserva que denominamos Monumento. La Misa termina con la oración para después de la comunión. Finalizada ésta, el sacerdote se retira a la sacristía omitiendo la bendición.

Al finalizar la Misa, se desviste el altar como indica el Misal.

Orientaciones para el Viernes Santo
 La celebración de la Pasión del Señor se desarrolla tal y como indica el Misal Romano. No obstante, la adoración de la Santa Cruz con el beso, se limite sólo al celebrante.

En la oración universal se añadirá una plegaria con el número XI con el siguiente texto:

“Oremos también por los enfermos del Covid-19, por todos los que están a su cuidado, por los profesionales de la sanidad, por los que están buscando una solución desde la ciencia a esta pandemia, por las fuerzas de seguridad, por los que han muerto, por sus familiares y amigos, para que el Señor, dueño de la vida y de la muerte sostenga nuestra esperanza y nos dé abundantemente su gracia˝.

            Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo Unigénito soportara la debilidad de nuestra carne, el sufrimiento y la muerte de cruz, concédenos propicio consuelo en la enfermedad, fuerza a los que están al cuidado de la salud de los enfermos, apoyo en nuestras debilidades, consuelo a los que lloran la muerte de sus seres queridos, y el descanso eterno a los que han sufrido la muerte, para que tu pueblo pueda alegrarse por el cese de la pandemia que nos aflige, y pueda servirte llevando a cabo lo que te agrada. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Orientaciones para la Vigilia Pascual

En la primera parte de la celebración, denominada Lucernario, se realiza todo en el presbiterio. Tras la monición inicial, que puede omitirse, se suprime la bendición del fuego y se procede a la bendición del cirio pascual, que se enciende y se coloca en su lugar. Omitiendo la procesión y las aclamaciones, se canta o lee el pregón pascual.

La Liturgia de la Palabra se desarrolla de modo habitual. Durante el Gloria, se hacen sonar las campanas.

La Liturgia bautismal se reduce únicamente a la renovación de las promesas del Bautismo. Se omite, pues, la procesión a la pila bautismal, la bendición del agua y la aspersión. Se finaliza esta parte con la oración de los fieles.

Se omite la celebración del bautismo.

La liturgia eucarística, tal y como indica el Misal.


Una vez más, elevo mis oraciones por todos vosotros, sacerdotes, religiosas, laicos y familias, que cada cual en su lugar y con su menester en la vida, trata de vivir esta circunstancia de la mejor manera cristiana. Junto a la bendición del Señor, invoco la intercesión de nuestra Santina de Covadonga.



Dado en Oviedo, a veintisiete de marzo de dos mil veinte.

Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo




Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente:
iglesiadeasturias.org

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