25 de mayo de 2020
Hermano:
«María cuida lo que ha sido consagrado en sus manos.
No espera nada a cambio de lo que entrega. Renuncia por amor. Es el amor más
asimétrico que se conoce. Nadie me ha amado nunca como Ella»
Me gusta mirar a María y detenerme ante su imagen. Soy
hijo de una mirada, de una vida, de una experiencia. Veo que María, delante de
mí, antes que cualquier otra cosa, es Madre. Quiero que me guarde como la
pupila de sus ojos, como lo más querido. Hago mías las palabras de esta oración:
«Dios te salve, María, por tu pureza, conserva puros mi cuerpo y mi alma.
Ábreme ampliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo; dame almas, confíame a
las personas y todo lo demás tómalo para ti».
María lo había rescatado de su enfermedad, de su
locura, de su abandono. Cuando no tenía nada más donde sostener sus pasos. Cuando
ya todo estaba perdido.
Surge la confianza y es posible el cambio. María
confía en lo bueno que hay en mí. Cree en mí. Ve la belleza que yo no veo y me
eleva por encima de mis límites infranqueables. Me hace soñar con las alturas.
Me muestra ideales que hacen arder mi alma.
María me educa en el amor. Es quizás mi gran tarea. La
labor de toda mi vida. Necesito aprender a amar. Me dejo amar por Ella para
aprender a amar a los que pone en mi camino. Me educa en mi carácter para que
nunca me justifique a la hora de seguir luchando, creciendo.
Me gusta pensar que María ha visto ya en su corazón a
aquel que puedo llegar a ser. Miro a María con los ojos del Padre y la veo como
Reina. Porque Ella tiene poder y yo no lo tengo. Ella gobierna mi vida y yo me
siento tan débil. Si no fuera por Ella estaría perdido. Es Reina porque yo soy
débil, hijo torpe, pequeño y desvalido.
Por eso es posible esta alianza desproporcionada. A
Ella parece no convenirle. Pero sí, porque me necesita. Ella tiene el poder y
yo soy su dócil instrumento. Eso me gusta. En mi impotencia puede hacer conmigo
milagros.
Ella, junto a su Hijo, porque es corredentora y logra
lo imposible. Ella permanece al pie de la cruz. Ella es la pureza de Dios. Niña
Inmaculada, llena de gracia. Ella es atmósfera sagrada, huerto sellado,
virginal integridad. María es el secreto de Dios mejor guardado y soñado.
Es el misterio infinito que se hace carne. Es la
morada del altísimo. Es la cuna santa del niño Jesús. María es servicio. Se
pone al servicio del amor. Sirve la vida ajena. Cuida lo que ha sido consagrado
en sus manos. No espera nada a cambio de lo que entrega. Sabe renunciar por
amor. Es el amor más asimétrico que se conoce. Nadie me ha amado nunca como
Ella me ha amado. Me abraza.
Enviado
por:
Jesús Manuel
Cedeira Costales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario