Según San Lucas, cuando Jesús está a punto de partir hacia Jerusalén para llevar a cabo su “éxodo” a través de su pasión y muerte, la luz de su resurrección se proyecta ya anticipadamente sobre él en el misterio de su Transfiguración.
Ocurre como una anticipación alentadora de su gloria, para fortalecerle en su camino hacia el sufrimiento.
Poco antes de la Pasión, cuando la fe de los apóstoles se verá seriamente probada, Jesús les muestra su verdadero rostro, transfigurado por la luz de Dios. Moisés y Elías, la Ley y los Profetas, también dan testimonio de Jesús.
Éste es el Hijo predilecto de Dios: escúchenle; miren más allá de las apariencias.
Roguemos al Señor
que nos ha hecho sus hijos e hijas
en Jesucristo, su Hijo predilecto.
Señor Dios nuestro:
En la transfiguración de Jesús
iluminaste los ojos de la fe de tus apóstoles
para que pudieran ver más allá de las apariencias,
y reconocer a Jesús como tu Hijo amado.
Fortalece también nuestra fe
en la persona y mensaje de tu Hijo.
Ayúdanos a reconocer algo de su rostro
en nuestros hermanos
y a encontrarle siempre en los otros,
para que caminemos con él
y participemos de su gloria
por los siglos de los siglos.
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