Del evangelio de san Lucas 1, 46-47
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
María es la Virgen siempre orante porque constantemente observa y medita la vida de su Hijo.
De su corazón brotó un canto de alabanza cuando visitó a su prima Isabel. Ella, con el alma levantada hacia el Señor, le da gracias constantemente.
Suplica a su Hijo Jesucristo, como en otro tiempo hizo en Caná de Galilea, que nunca falte al hombre la alegría que viene de Dios y que llega a nosotros por la muerte y resurrección de Jesús.
Ella nos enseña a estar ante el Señor en una actitud de constante disponibilidad y obediencia, para que el Poderoso nos pueda rodear con los "brazos" de su ternura.
Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente: http://www.santuariodecovadonga.com
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